LA FUERZA QUE NOS UNE

la fuerza que nos une

¿Amo o no amo  a esta persona con  quien digo que  me  voy a casar?" La pregunta es delicada y, francamente, no muy  difícil.  Ahora,  enfoquemos  el  tema   desde otra  perspectiva.  El matrimonio verdadero esta  compuesto, no  por  dos,   sino  por  tres personas.  ¡Esa tercera persona no es la suegra! ¿Quién es,  entonces, esa tercera persona que compone un matrimonio realmente feliz? Jesucristo. En  Él esta la base de  un noviazgo y un  matrimonio realmente  feliz. Cristo  es la  fuerza  unificadora  de  la pareja. Por  ello es que  la Biblia dice: "No os juntéis en yugo  desigual con  los incrédulos".  Porque ¿cómo  puede  haber  unión  cuando una   de  las partes es incrédula?



"Yo hago lo que quiero"
Hoy esta de  moda  en  el mundo  moderno que  la juventud diga: "Yo hago  lo que quiero". Y hasta cierto punto  tienen su razón.  Sin embargo, estimado joven, tú que quieres casarte y ser realmente feliz, si quieres formar un matrimonio como Dios lo planeó, vas a tener  que  encontrar un novio o una  novia, un esposo o esposa en el cual o la cual mora  Jesucristo. Cristo es el centro de unión entre  una  pareja. Fuera de  sus "yo" egoístas tiene que  haber una  fuerza externa que venga e  invada el corazón del  hombre y la  mujer,  del  joven  y de  la  señorita,  y los  una.  Una fuerza que  los pueda unir  de  una  manera permanente. Esto  quiere  decir  que  ya no hay dos voluntades, sino una,  en el matrimonio que es de veras feliz, y esa voluntad es la  de  Cristo.  A esa voluntad  ambos se entregan gustosamente. Si tuviéramos un pizarrón  frente  a  nosotros, y  tu  y  yo  estuviéramos  viéndolo  juntos,  podríamos poner  a la derecha un joven, a la izquierda a una  señorita, y en el centro, atando, amarrando, uniendo, abrazando al joven y la señorita, pondríamos a Jesucristo.

¡Crucificados!
La pareja que  quiere formar un matrimonio feliz tiene que  aprender de memoria el texto de Gálatas 2:20,  que  dice: "Con Cristo estoy  juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mi: y lo que  ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo  de   Dios,  quien  me   amó y  se  entregó a   si  mismo  por   mi".  Yo  lo  he parafraseado  de  esta  manera para   que  una pareja  joven  o  adulta  que  quiera encontrar unidad pueda decir: "Con Cristo  estamos juntamente crucificados, y ya no vivimos nosotros, más vive Cristo  en  nosotros; y la vida que  ahora vivimos es en  la fe  del Hijo de  Dios, el  cual nos amó  y se entregó a si  mismo  por nosotros"
¿Me explico? En otras palabras, en una  pareja que  va a encontrar unidad a fondo, en profundidad, ambos tienen que  tener  a Cristo dominando ambos corazones. El es la  fuerza  unificadora,  Él  es el  centro   de  unión.  Analicemos  ese versículo.

Cuando  el  hombre  y  la  mujer  pueden decir: "Con  Cristo  estamos juntamente crucificados", han  tomado el  primer  paso para  arrancar el corazón del  uno  y del otro, y de la pareja como unidad, el egoísmo, que  es el que  ha traído  los mayores problemas en  las familias a  través de  la historia. Cuando el hombre y la mujer pueden decir juntos, al unísono, de rodillas: "Con Cristo estamos juntamente crucificados", entonces han dado  un tremendo y gran  paso hacia  la respuesta de esa  pregunta: ¿Con quién  me   casaré? Soltero,  soltera  que   todavía  te  estas preguntando: ¿Con quién  me  casaré?, escoge a  ese joven o a  aquella  señorita con  la cual podrás decir: "Con Cristo estamos juntamente crucificados". Entonces podrás seguir adelante en el versículo y decir: "y ya no vivimos nosotros, más vive Cristo en   nosotros".  ¡Ah!,   entonces  hay   esperanza,  ¿te   das  cuenta?  Hay esperanza de  que  esta pareja ­ tu y tu compañera en  este caso­ tendrá un futuro maravilloso, porque ya no será el egoísmo el que  va a predominar, y manejar, y dominar  la situación en el hogar,  sino que  será una  tercera persona. Esa  persona maravillosa es nada menos que  Cristo, el Hijo de Dios, quien se hizo hombre en la bendita Virgen Maria  para  poder  entrar  a  la raza  humana y poder  meterse en  el corazón del hombre cuando nosotros lo recibimos por la fe.

Pasional o sobrenatural
¿Cual  es el  resultado?  El divino  amor  empieza  a  invadir  las  relaciones  entre  el novio  y la novia,  entre  marido  y mujer.  Cuando Cristo  no  esta dominando a  los dos,  el egoísmo corrompe las relaciones, las pasiones predominan sobre las relaciones  entre   el  joven  y  la señorita.  El  noviazgo se  toma   algo  turbio,  las relaciones se toman  nerviosas. La inseguridad comienza a  hacer estragos en  la relación entre  ambos. Por eso  nos dice Pablo en Romanos capítulo 5: 8: "El amor de  Dios  ha  sido  derramado en  nuestros corazones por el Espíritu  Santo que  nos es dado".  Cuando los dos podemos decir,  como  yo puedo decir,  por la gracia de Dios, con  mi esposa: "Con Cristo estamos juntamente crucificados, ya no vivimos nosotros, más vive Cristo en  nosotros", entonces también podemos decir que  el amor  de Dios esta derramado en nuestros corazones. Y como  consecuencia, ese amor  derramado en  mi corazón, y en  el de  mi esposa, hace que  nos amemos de una  manera sobrenatural. Porque debes reconocer que  el amor del cual se habla muchas  veces  en   la  películas  y  novelas  corrientes  y  comunes es  un  amor enteramente pasional.



Pero  este amor  divino, que  invade mi corazón, y que  puede invadir el tuyo, ese amor  divino hace que  la unidad sea a profundidad, porque es amor  sobrenatural. Es  el amor  de  Dios actuando en  nosotros. Si, joven, señorita, escucha: Lo primero  es que  Cristo  sea el centro  de  tu noviazgo y el centro  de  tu matrimonio. Que  los dos puedan decir  que  están crucificados  con Cristo,  y luego los  dos  van   a   poder   decir:  "El  amor   de   Dios  esta  derramado en   nuestros corazones". Ojala que  así sea. Esto  es todo el propósito que  me mueve a escribir, ¡pensar que  la juventud puede formar hogares felices con Cristo como  Señor!  Esta es nuestra ambición.  Y para   ustedes que  ya  están casados. ¿Por qué  no  se arrodillan  dondequiera  que estén en  este  momento, marido  y  mujer,  y  juntos, abrazados  ante   Dios  de  rodillas,  dicen por  la  fe  estas palabras:  "Con  Cristo estamos juntamente crucificados, y ya  no  vivimos nosotros, más vive  Cristo  en nosotros; y lo que  ahora vivimos en  la carne, lo vivimos en  la fe del Hijo de  Dios, quien  nos amó  y se entregó a  si mismo  por  nosotros"? ¡Qué  revolución  para su matrimonio! ¡Háganlo!


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