SEXUALMENTE FIEL: Para que haya un hogar donde el amor, la confianza y fidelidad sean reales es necesario primero Conocerse, y conocerse antes de casarse. Porque si bien es muy cierto que después de casados es cuando más llegamos a conocernos, no obstante antes del matrimonio tiene que haber esa sinceridad. Segundo, decíamos que es necesario comprenderse, y tercero, que es necesario confiarse mutuamente. Deseo agregar un aspecto de soberana importancia. Tiene que haber lo que yo llamo una fidelidad decidida para con el otro. En el plan de Dios, un hombre (un solo hombre) y una mujer (una sola mujer) se unen matrimonialmente hasta que la muerte los separe. Nadie debe intervenir para cortar, enfriar o destrozar esa unión. “Lo que Dios juntó no lo separe el hombre", dice el Señor Jesús (Mateo 19:6). En este mundo, con tanta tentación y problemas, a lo mejor tú me preguntas con justicia: “Puesto que somos hombres con tentaciones, con pasiones, ¿cómo podemos ser fieles a una sola mujer toda la vida hasta que la muerte nos separe?" Ahí es donde viene el poder de Cristo. El poder de Cristo es la clave. Por eso decía Pablo el apóstol: "Todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
Cómo vencer la tentación
Pero tu argumentas: "Si, pero ¿cómo me puede Cristo fortalecer a mi? ¿Acaso no esta Él en el cielo y yo aquí en la tierra?" Es que Pablo dice por otro lado: "Cristo vive en mí" (Gálatas 2:20); por lo tanto, si "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" y "Cristo vive en mi ", yo tengo poder, y tu también tienes poder para ser fiel. Fiel sexualmente, fiel aun en tu vida mental, en tus pensamientos. Tu puedes ser fiel a tu esposa, y cuanto más fiel uno es a su mujer o a su marido, tanto más feliz es. "Felices los de limpio corazón", dice el Señor (Mateo 5:8). Las temporadas de nuestra vida en que con el poder de Cristo hemos evitado pensamientos impuros, codicias tontas, tentaciones bajas e impropias, ¿acaso no son esas las temporadas más felices? Por supuesto que sí. Porque entonces no hay ninguna nube entre el novio y la novia, entre marido y mujer. Fuimos creados para ser fieles.
Los inmorales
El que es infiel, constantemente infiel, en el terreno sexual, ya a su marido o mujer, ya a su novia o novio, en primer lugar digámoslo porque la Biblia lo dice no es cristiano. Recuerda las palabras fuertes del libro de los Hebreos, donde dice: "A los fornicarios y adúlteros los juzgara Dios" (Hebreos 13:4). En una palabra, la inmoralidad no es una experiencia superficial, que uno puede pasar por alto. Ni podemos decir lo que dice alguna música moderna: "Un tropezón, cualquiera da en la vida". No. No se puede superficialmente pasar así por alto a la inmoralidad sexual como si fuera “un tropezón". Ese tropezón te va a costar años de infelicidad, noches faltas de sueño, una conciencia que no va a descansar en paz, y aunque Dios perdona cuando hay arrepentimiento, las consecuencias siempre se pagan. ¡Y que triste! ¡Qué triste para un joven, para una señorita, llegar al matrimonio habiendo sido infiel, porque entonces trae consigo un lastre de problemas que inevitablemente va a incorporar a ese matrimonio! "No os engañéis, Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segara. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna" (Gálatas 6:7,8). Esa fidelidad decidida, resuelta, para con el otro es una de las claves para encontrar la felicidad conyugal.
Fiel ahora y siempre
Joven, mientras esperas que llegue esa persona de tus sueños que Dios te ha preparado, decídete en lo recóndito de tu alma que, con el poder interno que Cristo te da, le vas a ser fiel ahora y siempre. Y al hacer esa decisión, en primer lugar, desde ya vas a sentir una gran felicidad, una gran libertad, un gran sentido de valor, y vigor, y dignidad de ser un verdadero hombre, una verdadera mujer.
Piensa en el otro
Es necesario preocuparse por el bienestar de ella o de él. No debemos hacer demandas egoístas o infantiles. Demasiados latinos somos así, somos infantiles; todavía estamos prendidos a las faldas de nuestra mamá y demandamos de nuestra esposa lo que una criatura demanda de su madre, pero ¡no debe ser así! El verdadero amor piensa en el otro. El marido que ama a su mujer, piensa en el bienestar de ella. ¿Qué puedo hacer para aliviarle la carga, para hacerle la vida más feliz? Y en la felicidad de ella está también la felicidad de él. Y viceversa. Ella debe ser la reina, la señora, la gloria del hogar. Que el marido le traiga flores, que de vez en cuando traiga un regalito, por humilde que sea; ¡qué gran alegría va a incorporar al hogar! El hombre debe preocuparse por el bien "de ella, la mujer por el bien “de él”. Y cuando hay este espíritu altruista que nace del amor, El amor que Dios derrama en El corazón por el Espíritu Santo, entonces hay una gran esperanza, una honda satisfacción. La Biblia dice: "EL amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por El Espíritu Santo que nos es dado" (Romanos 5: 8). Como digo, he dicho y no voy a dejar de repetirlo, el mejor libro para los novios, el mejor consejero para los esposos es la Biblia. y te quiero leer dos versículos para comprobarte una vez mas esta creencia absoluta mía. En Efesios 5: 2829 dice San Pablo: "Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos". "El que ama a su mujer, a sí mismo se ama, porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la regala como también Cristo a la iglesia".
Demuéstrale tu amor
Así es. Demuéstrale tu amor a esa novia que un día va a llegar a ser tu esposa, si esa es la voluntad de Dios. Cuídala, susténtala, regálala, "porque nadie aborrece a su propia carne". Siendo que el noviazgo es el preludio del matrimonio, y que el matrimonio nos hace "una sola carne", al cuidar a nuestra esposa, o a nuestra novia, nos estamos cuidando a nosotros mismos. Estamos cumpliendo aquella palabra famosa e inspirada del Señor Jesús cuando dijo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo". ¿Por qué? Porque el hombre debe amarse a si mismo, pero debe amar a su prójimo como a si mismo, y en particular a su mujer o novia, marido o novio. En esa la más intima relación del mundo, es donde más se revela la realidad del amor de Dios, en el alma de dos seres humanos. La pureza en tus miradas, tus actitudes y tus palabras será vasta prueba de la validez de tu amor. El ser humano demuestra la realidad de su cristianismo en el hogar más que en cualquier otro lugar del mundo. Es en el hogar donde se demuestra más vivamente la presencia o ausencia de Cristo. ¿Qué es lo que revela tu hogar en este día? ¿Qué ejemplo les estas dando a tus hijos que un día quieren casarse y ser felices? Ojala que reveles a Cristo, porque si revelas a Cristo yo se que tu hogar es feliz.
Autor: Luis Palau